Origen e historia de la Uva Garnacha
La uva Garnacha es una variedad de origen español (Aragón o Cataluña) que se implantó muy rápidamente en las viñas del Mediterráneo. Se trata de una uva con gran presencia en todo el mundo, con cerca de 200.000 hectáreas plantadas.
Podemos encontrarla en España, su terruño original con unas 100.000 hectáreas, principalmente en la zona norte del país; tiene presencia especialmente en Aragón, Catalunya, Rioja, Navarra y Euskadi. Fuera de España podemos encontrar la variedad de uva Garnacha en numerosos países. En Francia hay unas 90.000 hectáreas en el Rosellón, el Lenguadoc, el valle del Rhone y la Provenza; también la encontramos en Portugal, en Italia (zona de Sardeña), en Grecia, en México, en África del Sur, en California (región de Chaparral), en Chile (al sur de Santiago) o en Australia (en la zona de Perth).
En Cerdeña se ha constado la presencia de las variedades autóctonas propias de la región desde1.400 a 800 a antes de Cristo. A finales de la Edad Media, con la llegada de personas provenientes del Levante Español, se empezó a plantar la variedad Cannonau, que genéticamente es idéntica a la garnacha tinta.
La Corona de Aragón propició la expansión de esta variedad por todos sus territorios mediterráneos entre los siglos XII y XVII.

Auge, caída y ascensión a los cielos
En el libro Historia de la Economía Política de Aragón, escrito por D. Ignacio Jordán de Asso, de 1798 se explica que en el siglo XII aparecen escrituras de compras de viñas. Estas escrituras se localizan en los Archivos de La Seo (que luego fueron de la Corona de Aragón) fechados en 1161. En los archivos aparecían viñas de Gengibera (actual Tempranillo o Cencibel), Crucillón (actual Cariñena o Mazuela), Crespiello (actual Vidadillo), y finalmente sale nombrada la Garnacha, y habla de dos variedades de grano fino y gordo.
Cuando el vino se empezó a exportar, había una necesidad imperiosa de que llegara a su destino con la mayor calidad posible, y para ello el antiséptico más natural era el grado alcohólico. La uva Garnacha era precisamente una variedad con tendencia a producir uvas con alto grado alcohólico. De ahí su auge al comienzo de la filoxera, ante la demanda de Francia de vinos con grado.
Pérdida de popularidad de la Garnacha
Pero tal como sucedió en el resto del territorio español, fue perdiendo popularidad entre las décadas de 1980 y 90. Tanto que la cantidad de hectáreas plantadas cayó de 120.000 a 70.000. La Garnacha fina antigua tenía sensibilidad en el periodo de fecundación por lo que, con relativa frecuencia, no todas las flores llegaban a cuajar produciéndose “el corrimiento”; esto generaba racimos con los granos excesivamente sueltos, y con menor producción. También coincidió que en esas fechas la plaga de la polilla no estaba controlada, también provocaba “corrimiento” o millerandage, por lo que los agricultores empezaron a sustituirla por otras variedades más “compañeras”; es decir, que le daban una producción más regular. Además las uvas no estaban tratadas debidamente, por lo que muchas de ellas entraban con el hollejo deteriorado; esto acarreaba problemas de sanidad y desecación. Por tanto, nos encontrábamos con uvas con mucho grado pero que fenólicamente estaban verdes y los vinos obtenidos se oxidaban con facilidad. De ahí “la leyenda negra” de variedad oxidativa. Ahí empezó su caída.
Todo esto derivó en una opinión generalizada acerca de la menor calidad de sus vinos. De este modo, se mantuvo su cultivo sólo para complementar otros varietales, especialmente de Tempranillo.
Por fortuna, en los últimos años hemos vivido una reivindicación de la uva Garnacha, manifestada en la producción de monovarietales que la han vuelto a poner en el lugar que se merece. De hecho a día de hoy está muy extendida, incluso existe un concurso anual de las Garnachas del Mundo.

Recuperación del prestigio de la variedad Garnacha
La recuperación de la variedad Garnacha va paralela a la evolución del concepto para crear vinos desde el viñedo. Se ha empezado a conocer los factores que influyen en la buena maduración, manteniendo la sanidad, y que la uva alcance un buen color y un estado óptimo de maduración de los taninos.
En su momento se empezaron a aplicar métodos de análisis del Instituto de Burdeos, se valoró la cata de la piel y de la pepita de la uva. Se seleccionaron las zonas que daban los mejores vinos. Finalmente, a mediados de los años 80, un grupo de bodegueros del Priorato empezaron a cultivar garnachas viejas para aumentar la concentración; dejaron los racimos claros y con buena exposición a la luz de la superficie foliar, e iniciaron los primeros vinos de garnacha de la época. Para ello, se ayudaron con otras variedades como la Cariñena, Syrah y Cabernet.
A su vez, a principios de los 90, José Pascual Gracia, figura clave en la investigación enológica española, inició la producción de cantidades importantes de garnachas en un grupo de Cooperativas. Para ello, aprovechó los años 1991 a 1995 con escasa pluviometría, el única arma que hace regular la producción de los viticultores. De esta forma consiguió el Oro al mejor tinto joven y el Oro en el grupo de las Grandes Añadas en el Concurso de los Zarcillos, cuando solamente había un Oro por grupo.. En esta época era el tempranillo la variedad más demandada, y la Garnacha no era considerada en absoluto. El Grupo del Priorato consiguió una gran calidad y, apoyados en una buena estrategia de marketing, situaron la Garnacha entre los grandes vinos, como son los Châteauneuf-du-Pape del Ródano, elaborados con Garnacha.

Sacando el máximo partido de la uva Garnacha
La uva Garnacha es muy rica en precursores aromáticos y tiene unos taninos muy sedosos, aunque con el cambio climático es muy difícil conseguir una buena maduración. Para ello hay que elegir zonas muy altas y frías, para que la maduración coincida con la época cuando al amanecer haya rocío y la humedad relativa sea alta; de esta forma podremos conseguir una buena madurez fenólica.
También es importante disponer de suelos con corrientes subterráneas que aporten la humedad necesaria para evitar el bloqueo de maduración. Una vez conseguida la maduración de la garnacha, es una variedad versátil que puede dar vinos de larga crianza, frente a aquellos que clamaban que se oxidarían. Algo que podía ocurrir antes; al no haber taninos, las enzimas de oxidación no estaban inhibidas y producían acetaldehído. Esto precipitaba el color y se quedaban anaranjados y con olor de vino rancio.
Pero con uvas sanas y granos sueltos, dejando madurar adecuadamente, se obtienen vinos frescos, cítricos, que con el tiempo dan toques especiados y una boca con estructura, y muy finos. Una gran variedad muy bondadosa y se hace querer porque congenia con muchas otras variedades.
Bodegas Aragonesas es cliente de Cromoenos, solución que le permite seleccionar las uvas y determinar el momento ideal de vendimia. Es una bodega que es una referencia internacional en vinos elaborados con uva Garnacha.